Rituales funerarios del mundo: tradiciones únicas y conmovedoras

La forma en que las diferentes culturas despiden a sus difuntos es tan diversa como conmovedora. Los rituales funerarios expresan creencias religiosas y espirituales, pero también muestran cómo cada sociedad entiende la muerte y la memoria. En este artículo te presentamos siete rituales sorprendentes que hablan de respeto, comunidad y recuerdo, cada uno con una belleza y un significado profundo.

Noruega: entierro acuático

En varias tradiciones del norte de Europa, el agua ocupa un lugar central en los rituales funerarios. Algunos pueblos colocan los féretros en acantilados orientados hacia el mar como parte de la despedida simbólica, antes de proceder al entierro o la incineración. Otros optan por usar el agua como lugar final de descanso. Una de las prácticas más emblemáticas consiste en hacer zarpar al difunto en un barco funerario, que se deja a la deriva por el río o el océano. Este ritual simboliza el retorno del cuerpo a la naturaleza o a los dioses, y conecta la despedida con los elementos considerados sagrados por la comunidad.

India: despedida en las calles de Varanasi

En Varanasi, una de las ciudades más sagradas de la India, los difuntos son llevados en procesión por las calles hasta la orilla del río Ganges. Los cuerpos van cubiertos con telas de colores vivos, como el rojo —que simboliza la pureza— o el amarillo —asociado al conocimiento espiritual—, en función de las virtudes del difunto. Una vez en el río, se les rocía con agua sagrada antes de ser incinerados en una de las hogueras rituales. Esta despedida no es solo un homenaje, sino un paso esencial para ayudar al alma a liberarse del ciclo de reencarnaciones y alcanzar el moksha, la libertad espiritual definitiva. Las cenizas se arrojan al Ganges como último acto de purificación y retorno.

Irán: la torre del silencio

En la tradición zoroastriana —una antigua religión de origen persa que defiende el respeto por los elementos naturales como la tierra, el agua y el fuego—, los difuntos no se entierran ni se incineran. En su lugar, se colocan en una estructura elevada y circular llamada dakhma, o torre del silencio, para que los buitres consuman el cuerpo.

Este ritual evita que el cuerpo, considerado impuro tras la muerte, contamine los elementos sagrados. Lejos de ser una práctica morbosa, representa una profunda forma de respeto hacia el cuerpo y la naturaleza. Y es, al mismo tiempo, una manera de despedirse del difunto sin alterar el equilibrio del mundo material.

Corea del Sur: cenizas convertidas en perlas conmemorativas

En Corea del Sur, una práctica moderna transforma las cenizas de los difuntos en pequeñas perlas brillantes, de colores como rosa, negro o turquesa. Estas perlas suelen guardarse en recipientes de cristal y se exponen en casa como alternativa estética a las urnas tradicionales. Es una manera de mantener vivo el recuerdo del difunto en la vida cotidiana, en un formato que combina intimidad, belleza y respeto.

Filipinas: diversidad de rituales funerarios

En Filipinas, los rituales funerarios varían según las regiones y los pueblos indígenas. Los Tinguian, una comunidad ancestral del norte de la isla de Luzón, visten a los muertos con sus mejores ropas y los colocan sentados en sillas, a menudo con un cigarrillo en los labios, como si aún estuvieran vivos. Esta escenificación simboliza el respeto y la continuidad del vínculo con el difunto.

En la región montañosa de Sagada, hay familias que cuelgan los ataúdes en los acantilados para acercar los cuerpos más al cielo. Se trata de una tradición que une espiritualidad y paisaje. Estas prácticas reflejan la rica diversidad cultural del país y su manera de vivir la muerte: con una mezcla de humor, respeto y una profunda conexión con los antepasados.

Tíbet: jhator, el último acto de generosidad

En el Tíbet, la práctica tradicional conocida como jhator —literalmente, ofrenda a los pájaros— consiste en exponer el cuerpo del difunto en un lugar alto y aislado, preferiblemente una gran roca ceremonial (llamada durtro), para que los buitres lo consuman. Unos especialistas, llamados rogyapas o quebradores de cuerpos, separan los órganos, rompen las extremidades y, a veces, trituran los huesos hasta convertirlos en polvo. Este polvo se mezcla después con harina de cebada para facilitar su completa ingestión por parte de las aves.

El jhator es una ceremonia profunda y cargada de significado espiritual. En el budismo tibetano, el cuerpo se considera una etapa transitoria, y este ritual expresa el carácter efímero de la vida. Al mismo tiempo, se entiende como un acto de generosidad: permite que el alma se libere y que el cuerpo retorne a la naturaleza, en el ciclo constante de vida y muerte.

Hoy en día, el jhator sigue practicándose en varias comunidades tibetanas, sobre todo en zonas rurales y monasterios tradicionales. Sin embargo, está sometido a presiones: restricciones legales, la reducción de las poblaciones de buitres y la expansión de prácticas funerarias más modernas.

Madagascar: famadihana, el giro de los huesos

En Madagascar, la tradición del Famadihana —conocida como el giro de los huesos, porque consiste literalmente en dar la vuelta a los cuerpos de los antepasados— se celebra cada pocos años. Las familias abren las tumbas, extraen los cuerpos, los envuelven con sudarios nuevos y bailan con ellos al ritmo de la música tradicional. Este ritual expresa el vínculo vivo con los muertos y tiene como objetivo honrar su memoria, favorecer el paso del alma hacia el otro mundo y reforzar los lazos familiares entre generaciones.



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